Minneapolis, MN – Gloria Echevarría Portal, conocida en el mundo de la música como Gloria Rivera, lleva la música en la sangre. No es solo su voz melódica la que la conecta con el pasado, sino también el legado de sus padres. “Aquí me dicen La Niña Rivera”, comenta con una sonrisa. “Mi papá se llamaba El Niño Rivera, y ese nombre me lo dieron por el parecido físico que tengo con él”. Gloria es hija de una herencia musical impresionante. Su madre, Elisa Portal, fue una cantante de género Filing en Cuba en los años 60, colaborando con músicos icónicos como Guyun, Frank Emilio y Tata Güines. Con ellos grabó un LP y su padre Andrés Echevarría Callava conocido como “El Niño Rivera” quien era Tresero, compositor y arreglista.
Nacida en Cuba, pero concebida en México, Gloria tiene una conexión profunda con ambos países. “Me fabricaron en México”, dice riendo, recordando cómo sus padres siempre hablaban de su amor por el país. Su papá trabajó en la película “Escuela de Rateros”, con Pedro Infante, y su madre cantó en lugares emblemáticos de México. “Mis padres adoraban México; mi mamá incluso fue a pedirle a la Virgen de Guadalupe para quedar embarazada de mí”, cuenta. Aunque nacida en Cuba, Gloria siempre sintió una conexión especial con México, un lugar donde la música y la cultura se entrelazaban de manera mágica.
En su hogar en Cuba, la música nunca faltó. “Cada 15 días teníamos descargas en casa”, recuerda Gloria. “Preparaban carne de puerco, una bebida con ron y jugo de naranja, y los músicos se reunían.” Esas descargas eran más que simples reuniones; eran espacios creativos donde nacían canciones y se forjaban amistades duraderas. “Ahí se reunían César Portillo de la Luz, José Antonio Méndez, mi madrina Marta Valdés, Ñico Rojas y muchos más,” dice. Esos momentos marcaron su vida, enseñándole que la música no es solo una profesión, sino una forma de vida.
Hoy, Gloria lleva esa misma pasión a Minnesota, donde toca con Salsa del Soul, una banda que se ha ganado el corazón de la comunidad Hispana y no Hispana. “Somos la banda del pueblo”, dice orgullosa. “La gente nos sigue a todas partes; he visto generaciones de familias crecer con nuestra música.” Para Gloria, ser parte de Salsa del Soul es un honor, una forma de compartir la riqueza de la música latina con personas de todas las culturas. “Tocar con ellos es un privilegio porque llevamos alegría y recuerdos a todos los que escuchan nuestra música”, explica.
“Para mí, ser hispana es un privilegio,” afirma Gloria. “Este país nos abre las puertas para vivir una mejor vida, y yo puedo traer mi música para alegrar a todos”. En cada presentación, Gloria ve las caras sonrientes del público, personas que encuentran en las canciones un pedazo de su hogar y de su cultura. “Ver las caras alegres cuando escuchan canciones que les recuerdan sus raíces es lo que me llena el corazón”, dice.
A través de su música, Gloria deja un mensaje claro: nunca olvides de dónde vienes. “Lo que dejaría como herencia a la comunidad hispana en Minnesota es que siempre estemos orgullosos de nuestras raíces y de nuestra riqueza musical”, afirma. Para Gloria, la música es más que un arte; es un puente que conecta culturas, generaciones y corazones.
Desde las descargas en Cuba hasta los escenarios en Minnesota, Gloria Rivera sigue llevando consigo el ritmo y el alma de su herencia. Su vida es un testamento de que la música no solo se escucha, se vive. Y mientras ella siga cantando, su legado continuará inspirando a todos los que escuchen, celebrando todo lo que somos.
Por Michel Cros