Local

Pablo Kalaka, el muralista que celebra la identidad latina

Minneapolis, MN – En el vibrante mundo del arte callejero, donde los colores brillantes y las formas audaces dan vida a las paredes de la ciudad, destaca un nombre que resuena con fuerza: Pablo Diego Pérez Riesco, conocido en el mundo artístico como Kalaka. Este apodo, una referencia directa a las calaveras de las fiestas de muertos de México, encapsula la esencia de su identidad y su arte. “Me llaman Kalaka por las calacas,” explica Pablo. “La palabra les parecía tan peculiar y divertida a mis amigos en Barcelona, que pronto se convirtió en mi nombre.” 

Pablo nació en Chile, pero su vida lo llevó lejos desde temprana edad. En el contexto de la dictadura de Pinochet, su familia se vio obligada a exiliarse a Venezuela cuando él apenas tenía dos años. “Crecí en Venezuela, así que a veces no sé si responder que soy chileno o venezolano,” dice. Pero su corazón, lleno de colores y símbolos, encontró un hogar especial en México. “México me explotó en la cabeza,” comenta Pablo sobre su primera visita al país en 2018. Desde entonces, la influencia del arte y la cultura mexicana se ha vuelto una constante en su trabajo. 

El Arte de Kalaka: Un Reflejo de la Identidad Latina 

El arte siempre fue parte de la vida de Pablo. “Mis padres eran artistas, así que lo comía desde niñito,” recuerda. Rodeado de pinceles y lienzos, el arte se convirtió en su forma natural de expresión. Hoy, Pablo es conocido como un pintor e ilustrador destacado, especializado en el muralismo. “Empecé en el arte mural por la convicción de que había que tomar el espacio público con arte,” dice, refiriéndose a la necesidad de transformar las calles en galerías al aire libre. 

Los murales de Kalaka no solo embellecen las paredes; cuentan historias. “Mi trabajo celebra la identidad,” explica. Para Pablo, la identidad no es algo estático ni limitado por fronteras. “Me interesa celebrar las formas de cultura como formas de expresión humana,” añade. Cada mural es una exploración de lo que significa ser latino, pero también de cómo esa latinidad se conecta con otras culturas y experiencias. 

Un Legado de Colores en Minneapolis 

En 2018, una convocatoria para pintar el Mercado Central de Lake Street trajo a Pablo a Minneapolis por primera vez. “No sabía dónde estaba Minneapolis, tuve que googlearlo,” ríe. Sin embargo, la ciudad pronto se convirtió en un segundo hogar para él. “Me pareció una ciudad hermosa, con una vibra humana muy linda,” comenta. Desde entonces, ha seguido trabajando en la ciudad, dejando su marca en diversas paredes y ganándose el cariño de la comunidad. 

Además de sus murales, Pablo ha encontrado en las redes sociales una plataforma para conectar con un público más amplio. A través de su canal de YouTube, comparte no solo sus obras terminadas, sino también los procesos creativos detrás de cada una. “Me parece importante mostrar los pasos que llevan a la obra final,” explica. Para él, el proceso es tan valioso como el resultado, y compartirlo es una manera de conectar con otras personas que comparten su pasión por el arte. 

El Futuro de Kalaka: Más Colores, Más Murales 

Mirando hacia el futuro, Pablo tiene claro que quiere seguir haciendo lo que ama: pintar murales que celebren la identidad y la diversidad cultural. “Me veo haciendo lo mismo que ahora, pero con más libertad creativa y estabilidad financiera,” afirma. Su objetivo es simple, pero profundo: vivir de su arte, explorar nuevas formas de expresión y seguir celebrando todo lo que somos como comunidad. 

En un mundo donde las barreras culturales a menudo dividen, el arte de Pablo Kalaka sirve como un recordatorio poderoso de que nuestras diferencias son en realidad nuestra fortaleza. A través de sus murales, nos invita a todos a celebrar nuestra identidad y a encontrar en el arte un espacio común de expresión y unión. 

Celebrando todo lo que somos, Kalaka continúa pintando las historias de nuestra gente, un mural a la vez, dejando una marca indeleble en las calles y en los corazones de quienes tienen la suerte de admirar su trabajo. 

Por Michel Cros

 

 

 

 

Related Posts