Con el inicio del nuevo año escolar, uno de los desafíos más grandes para los padres es el ajuste a las rutinas diarias.
A medida que los niños y adolescentes se adaptan nuevamente a sus horarios escolares, es crucial recordar la importancia de un sueño adecuado para su desarrollo y rendimiento académico.
¿Cuántas horas de sueño necesitan los niños?
Según la Academia Americana de Pediatría (AAP), la cantidad de horas de sueño recomendadas varía según la edad:
Niños de 3 a 5 años: Deberían dormir entre 10 a 13 horas al día, incluyendo siestas.
Niños de 6 a 12 años: Necesitan entre 9 a 12 horas de sueño nocturno.
Adolescentes de 13 a 18 años: Deberían dormir entre 8 a 10 horas cada noche.
Estas recomendaciones se basan en la investigación que muestra cómo el sueño adecuado influye directamente en el desarrollo cognitivo, el bienestar emocional y la salud física de los niños. Los estudiantes que duermen lo suficiente tienden a tener mejores resultados académicos, mayor concentración, y un comportamiento más estable en comparación con aquellos que están privados de sueño.
Las consecuencias de la falta de sueño
La falta de sueño en niños y adolescentes puede tener serias repercusiones. Entre los efectos más comunes se incluyen la irritabilidad, la dificultad para concentrarse, la disminución del rendimiento académico, y un mayor riesgo de desarrollar problemas de salud mental como la ansiedad y la depresión. Además, la privación crónica de sueño se ha relacionado con un mayor riesgo de obesidad, enfermedades cardíacas y diabetes a largo plazo.
Estableciendo una rutina saludable
Con el regreso a clases, es esencial que los padres ayuden a sus hijos a establecer una rutina de sueño saludable. Algunos consejos incluyen:
Mantener un horario regular: Acostarse y levantarse a la misma hora todos los días, incluso los fines de semana, ayuda a regular el reloj biológico del niño.
Crear un ambiente propicio para el sueño: Un dormitorio oscuro, tranquilo y fresco puede mejorar la calidad del sueño. Evitar la exposición a pantallas de televisión, teléfonos y tabletas al menos una hora antes de acostarse también es crucial.
Limitar el consumo de cafeína y azúcares: Estos pueden interferir con la capacidad del niño para conciliar el sueño.
Fomentar la actividad física: El ejercicio regular durante el día puede ayudar a los niños a dormir mejor por la noche, aunque es recomendable evitar la actividad física intensa justo antes de acostarse.
Los niños tienden a imitar las conductas de sus padres, por lo que mantener una rutina de sueño adecuada como familia puede ser beneficioso para todos.