Uno de estos días no tan lejanos, atravesé uno de esos momentos en los que todo se siente cuesta arriba. Me sentía emocionalmente agotada, desmotivada, con una nube de tristeza que no lograba entender del todo. Parte de mí quería ignorar esos sentimientos y seguir adelante como si nada. Pero otra parte, una que he aprendido a cultivar con el tiempo, me invitó a detenerme.
En lugar de luchar contra lo que sentía, decidí escucharme. Me pregunté: ¿Qué necesito hoy? Y la respuesta fue simple, pero poderosa: necesitaba tratarme con amabilidad, sin exigencias. Necesitaba estar conmigo, sin juicios. No necesitaba una solución inmediata ni una razón lógica para sentirme como me sentía. Solo necesitaba espacio para ser humana.
La autocompasión no es sentir lástima por uno mismo ni darse por vencido. Es reconocer que los matices de nuestras emociones son parte del camino. También implica abrirnos a pedir apoyo, hablar con alguien de confianza, y entender que es humano , y saludable, no poder con todo y dejarnos sostener. Vivimos en una cultura que muchas veces valora la productividad por encima del bienestar, y que asocia vulnerabilidad con debilidad. Pero acompañarnos con ternura en medio de nuestras dificultades es, en realidad, una forma profunda de fortaleza.
Desde mi práctica como terapeuta y desde mi vida personal, he aprendido que acompañarnos con amabilidad en los momentos difíciles no solo nos sostiene, sino que también nos transforma. Nos ayuda a soltar la presión constante de estar bien todo el tiempo, y nos conecta con una vida más auténtica, más alineada con lo que verdaderamente importa. He visto este cambio en mí y también en muchas personas con las que trabajo: cuando practicamos la autocompasión, empezamos a ver nuestras emociones no como obstáculos, sino como mensajeras que merecen ser escuchadas.
La próxima vez que estés atravesando una emoción difícil, un momento complicado o simplemente un estado mental que te haga sentir desanimada o cansado, date la oportunidad de que en lugar de luchar con lo que sientes, lo recibas con paciencia, como una parte legítima y eficiente de transitar tus momentos de humanidad. Y cuéntale a alguien como te fue!
Por Ana Rivera
Aviso Importante
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